El Sistema Nacional de Cambio Climático, creado mediante el Decreto 298 de 2016, se estableció con el fin de coordinar, articular, formular, hacer seguimiento y evaluar las políticas, normas, estrategias, planes, programas, proyectos, acciones y medidas en materia de adaptación al cambio climático y de mitigación de gases efecto invernadero, partiendo de la integración de políticas y estrategias relacionadas con Cambio Climático existentes en el país. A pesar de su loable objetivo, se teme que esta norma se quede para "enmarcar", pues no atiende con eficacia, efectividad y eficiencia las falencias y recomendaciones contenidas en el CONPES 3700, que definió la "Estrategia Institucional para la Articulación de Políticas y Acciones en materia de Cambio Climático en Colombia".   

En este sentido, el CONPES 3700 determinó la necesidad de configurar una estrategia institucional, capaz de coordinar, armonizar y garantizar la complementariedad de varias instituciones y actores tanto públicos como privados, en diferentes instancias del gobierno, para preparar al país frente a los retos y oportunidades generados como consecuencia del cambio climático y establecer responsabilidades directas a los sectores económicos y a los territorios. El Decreto 298 de 2016 se quedó corto ante esta estrategia, pues, aunque en su parágrafo 3 del artículo 7 se permite abrir el campo de participación, se echa de menos una vinculación más directa de los ministerios de protección social y vivienda en la conformación de la Comisión Intersectorial de Cambio Climático –CICC, órgano de coordinación a nivel nacional del SISCLIMA-, que sería necesaria, teniendo en cuenta la relevancia y pertinencia de estos ministerios en la articulación de políticas, planes y programas para atender las causas y efectos del cambio climático.

Otro punto a mejorar en este Decreto es la efectividad del mismo en cuanto a la operatividad del SISCLIMA, pues aun cuando ya fue creado, este no podrá entrar a funcionar hasta tanto no se definan aspectos clave para ello, como lo son el reglamento de la Comisión, su misión, conformación, funciones, responsabilidades de sus miembros, conformación de la Secretaría Ejecutiva y sus funciones, determinación de los mecanismos de votación, decisiones, convocatoria, invitaciones y la creación de Subcomisiones y Grupos Interdisciplinarios de Trabajo, entre otros temas, que no quedaron plasmados.

De otro lado, resulta importante recordar que antes del SISCLIMA el Cambio Climático era un asunto que se abordaba por el Sistema Nacional Ambiental – SINA-, cuyo Consejo Nacional Ambiental tiene la función de asegurar la coordinación intersectorial a nivel público de las políticas, planes y programas en materia ambiental y de recursos naturales renovables, lo cual habría sido suficiente para articular las políticas, planes y estrategias nacionales de los distintos sectores del país, en materia de Cambio Climático -si se hubiera querido, claro está-. Así, si realmente existiera una voluntad política para mejorar el tratamiento de este tema, antes de llegar a la creación de un nuevo Sistema, se habría podido fortalecer el ya existente SINA.

Esto lleva a preguntarse si el problema estaba en desde dónde se manejaba el tema y qué protagonismo se le daba o si es un problema de compromiso del gobierno, que prefiere crear un nuevo sistema, cuya entrada en funcionamiento está en puntos suspensivos, antes que fortalecer el que ya se encargaba del asunto, para dar continuidad y coherencia al manejo del cambio climático en el país.

De esta manera, es importante que el gobierno nacional empiece realmente a generar políticas claras, fuertes y duraderas, encaminadas a lograr un desarrollo bajo en carbono, en el que se apueste por un desarrollo inclusivo y sostenible, y dónde se priorice la calidad de vida de los colombianos. 

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